POR QUÉ ESTE BLOG


Este blog nace como consecuencia de la observación repetitiva de las deficiencias de nuestra bella ciudad.

Caminando diariamente por sus calles y sus espacios, se palpa una Miróbriga diferente a la ciudad que nos quieren vender: nos ofrecen historia, arte, belleza… y normalmente nos encontramos con una ciudad descuidada, una urbe a la que le fallan muchos de sus escaparates. Una villa que se hunde entre el abandono y la dejadez. Un pueblo que obliga a sus jóvenes a estudiar lejos de sus murallas, a emigrar porque aquí no encuentran una mínima posibilidad de supervivencia.

Sin embargo, y aunque pueda parecerlo, no es sólo crítica lo que pretendo.

Busco, como su nombre indica y aprovechando el Bicentenario, derribar ese muro que ante sus ojos tienen muchos vecinos y nuestros gobernantes.

A través de este espacio, pretendo abrir una brecha en este conservadurismo que nos gobierna, así como remover conciencias conformistas. Invito a todos aquellos con las mismas inquietudes que yo a que denuncien desde aquí aquello que les parezca injusto, indebido, antiestético, peligroso… Intentemos frenar el deterioro de la ciudad, especialmente cuando éste ese deba a la desidia de nuestros políticos. Espero que mi voz se deje oír y os pido que las vuestras me acompañen.



martes, 26 de julio de 2011

¡QUÉ OPORTUNOS!






Con esta frase se puede resumir una de las más brillantes actuaciones de esta nueva corporación.
Y no porque no hubiese que hacerlo, que es algo que llevábamos demandando mucho tiempo (consultad la entrada del martes 6 de julio de 2010 http://ecosdeciudadrodrigo.blogspot.com/2010/07/la-glorieta.html en las que os muestro el estado lamentable que presentaba esta zona, reclamando la actuación inmediata del Ayuntamiento en pos de la seguridad de los más pequeños), sino por la nula idoneidad del momento en el que se está realizando.
Los parques son fundamentalmente para el verano porque después, en época escolar, que me diga la autoridad competente cuánto rato pueden los niños hacer uso de las zonas de juegos. Unas veces por las inclemencias meteorológicas propias de la estación; otras porque, debido a la dificultad actual de conciliar la vida familiar con la vida laboral, la falta de tiempo de los progenitores impide que éstos puedan llevar a los peques a las zonas de ocio. Y otras veces por el afán de algunos padres de que sus hijos practiquen actividades extra escolares, pocos son los niños que al terminar el horario escolar que no tienen clases de música, deporte, segunda lengua… con lo que es difícil que puedan hacer uso de este espacio público.
Por eso, ahora que la meteorología acompaña, ahora que hay más horas para el esparcimiento, ahora que los niños podrían disfrutar más… ¡ahora no es el momento, señor concejal, de ponerse a levantar el parque de La Glorieta! Es cierto que estaba en un estado tercermundista, que los columpios estaban oxidados y rotos, que de algunos de ellos asomaban los anclajes de hormigón con el evidente peligro para nuestros niños…
No es menos cierto que con sólo unas gotas de agua, en la zona (dando honor a una de las calles adyacentes –calle Laguna–), se formaban enormes charcos impidiendo el acceso a algunos de los juegos. Por ello, porque era necesario tomar medidas (aunque estas lleguen tarde) felicitamos al consistorio. Pero convendréis todos conmigo en que, como casi todo en este pueblo, llega a destiempo. Mal, por lo tanto, por privar a los niños de un sitio amplio y céntrico en el que correr y jugar durante las vacaciones,
No obstante, esperemos que valga la pena…

miércoles, 13 de julio de 2011

DESOLACIÓN






En esta última semana he tenido que ir a buscar a la estación de ferrocarril a unos familiares y cuál ha sido mi sorpresa al encontrármela sola, abandonada, sucia, deteriorada y con no pocos baches en sus accesos…
En un cartel se exponía un número de teléfono al que llamar para solventar posibles dudas, ya que no hay ningún personal en dicha estación. Únicamente unas cámaras de vigilancia, que sospecho desactivadas, custodian los andenes. Todas las demás instalaciones –taquillas, sala de espera, el espacio que antaño estuvo ocupado por un bar y posteriormente estuvo destinado a parque infantil– están cerradas y abandonadas, como un reflejo de la decrepitud de esta tierra, a la que llega el tren porque obligatoriamente por aquí ha de pasar para llegar hasta tierras lusas… Que de no ser así, posiblemente las vías aparecerían desiertas.
Aún recuerdo cómo hace unos años (y como yo muchas más personas)cogía en esa misma estación el tren que nos llevaba a algunos destinos turísticos. Los más jóvenes no lo recordarán, pues hace ya unos cuantos años que nos lo quitaron, como tantos otros servicios: la comisaría de policía, la escuela de Magisterio, el laboratorio de análisis clínicos… Nadie hizo nada por evitarlo, nadie protestó… Ahora los jóvenes, o no tan jóvenes, frecuentan nuestra dejada estación para hacer botellón: las huellas de sus pasos por estos lares están presentes en forma de multitud de vasos y botellas esparcidos por el suelo, en torno al edificio principal.
Apenas un taxista se acerca a la hora de llegada del convoy. Es verdad que las 05:30 de la mañana no es hora de convocar multitudes… Él se acerca, sin duda, con la esperanza de que baje algún viajero al que llevar a los pueblos de la comarca. Hoy también ha habido suerte y del tren-hotel descienden varios viajeros. Me comentan que es habitual que esto ocurra: aún suben y bajan de esta estación abandonada viajeros. Apenas unos minutos y de nuevo el sudexpreso arranca lentamente arrastrando sus vagones y enseñándonos a los que en los andenes lo contemplamos su magia. Por sus ventanas abiertas se vislumbra un coqueto restaurante con las mesas colocadas y sus farolillos encendidos, ¡Qué nostalgia de viajes sin prisas, adormeciéndome con el traqueteo del vagón! De vuelta a la realidad, la oscuridad y la soledad del paraje nos envuelven. Y ahora la única esperanza que nos quedaba, el Ave, no parece que llegue a ser una realidad, debido a la debacle de Portugal.
Os dejo cinco fotografías que no pude evitar acercarme a tomar al día siguiente.