Es verdad que últimamente tengo un poco abandonado este blog. Por motivos puramente personales apenas sí puedo publicar algún artículo, pero la dejadez una vez más de nuestros gobernantes me ha obligado a retomar de nuevo el tema de las banderas.
Cada día me tropiezo con su visión y cada día me enfado más. A cada momento recuerdo las inmortales frases de Machado en su poema la saeta y solicito a alguien “me preste un escalera”, para tratar que quitar de la vista ese tremendo desaguisado que a nuestro Ayuntamiento no parece ni importarle. Creo que son las únicas que “sobreviven” a la conmemoración del Bicentenario, aunque no sé si será la palabra adecuada dado el estado vergonzoso en que se encuentran. Y vuelvo a hacer la pregunta que en innumerables ocasiones les lanzo a nuestras autoridades: ¿es que no pasean ustedes ni hacen la compra en el pueblo? …Porque si llevasen vida normal sería extraño que no les hubiese producido esta imagen un sentimiento de rechazo y vergüenza como al resto de habitantes nos producen.Una de las zonas comerciales más transitadas del pueblo y con semejante hall! Denigrante es lo que me parece ver esos trapos deshilachados, sucios, rotos, vapuleados por el viento… De enseñas ya no tienen nada y, como he dicho en numerosas ocasiones, si yo fuese ciudadano de esos países estaría bastante mosqueado por el uso que de mi bandera aquí se hace.
Nunca he sido de grandes demostraciones patrióticas ni de colgar la enseña en mi balcón. Respeto al que lo hace, pero yo no me siento especialmente representada por ella.
En estos días son muchos los vecinos que, con motivo de la Eurocopa de fútbol (único acontecimiento que, a pesar de la que está cayendo parece movernos un poco) han colgado en sus ventanas o balcones sus banderas; eso sí: limpias, nuevas y orgullosas. Por contraposición las otras, éstas de la avenida de España, colocadas en su día por el Ayuntamiento, por AFECIR o por quien quiera que lo hiciera, dan vergüenza; y creo que ya es hora, dos años después, de que éstas sean arriadas de una vez y de que cambiemos ese pésimo fotograma que nos devuelven.