POR QUÉ ESTE BLOG


Este blog nace como consecuencia de la observación repetitiva de las deficiencias de nuestra bella ciudad.

Caminando diariamente por sus calles y sus espacios, se palpa una Miróbriga diferente a la ciudad que nos quieren vender: nos ofrecen historia, arte, belleza… y normalmente nos encontramos con una ciudad descuidada, una urbe a la que le fallan muchos de sus escaparates. Una villa que se hunde entre el abandono y la dejadez. Un pueblo que obliga a sus jóvenes a estudiar lejos de sus murallas, a emigrar porque aquí no encuentran una mínima posibilidad de supervivencia.

Sin embargo, y aunque pueda parecerlo, no es sólo crítica lo que pretendo.

Busco, como su nombre indica y aprovechando el Bicentenario, derribar ese muro que ante sus ojos tienen muchos vecinos y nuestros gobernantes.

A través de este espacio, pretendo abrir una brecha en este conservadurismo que nos gobierna, así como remover conciencias conformistas. Invito a todos aquellos con las mismas inquietudes que yo a que denuncien desde aquí aquello que les parezca injusto, indebido, antiestético, peligroso… Intentemos frenar el deterioro de la ciudad, especialmente cuando éste ese deba a la desidia de nuestros políticos. Espero que mi voz se deje oír y os pido que las vuestras me acompañen.



viernes, 27 de abril de 2012

ESTRECHECES

En mi afán por hacer destacar aquellas cosas que dañan o afean nuestra ciudad o que molesta, de una manera u otra, a vecinos y forasteros, hoy voy a ocuparme de resaltar algo a lo que, aunque ya lleva algún tiempo instalado, hasta ahora no me había referido. En la Calle Sánchez Arjona colocó nuestro Ayuntamiento, en su afán por dificultar el aparcamiento, unos bolardos nada más pasar el quiosco de Jaime, enormemente frecuentado por la chiquillería. Pues bien: a día de hoy esos bolardos no han conseguido del todo su objetivo. Y digo que sólo en parte pues han conseguido evitar algún aparcamiento, siempre provisional, en esa zona; pero el otro, el de molestar, el de obstaculizar el transito de peatones, ése sí lo han conseguido. Sobre todo en estos días pasados en que la cuidad rebosaba de almas, ese paso obligado para disfrutar de las delicias de La Batería del Parador, e incluso de los accesos a la muralla, estaba continuamente transitado. Al resaltar los bolardos, la calle, poco adecuada para la circulación de vehículos y sus angostas aceras eran sobrepasadas por gentes de todas partes y condición a las que los espejos de los vehículos que pasaban (gracias a Dios, bastante lentamente) acariciaban los bolsos o los abrigos con el consecuente sobresalto o protesta de los afectados. Los coches siguen aparcando, siempre con los intermitentes de peligro, pero aparcando al fin y al cabo; y la gente apenas tiene medio metro para deambular. Esto ocurre con frecuencia a la hora de salida del colegio que se encuentra apenas unos metros más allá; y algún día algún pequeño saldrá corriendo o se escapara de las manos de su madre y el disgusto está asegurado. Dígame, Sr. Alcalde, qué han conseguido esos bolardos a los que usted tan aficionado es. ¿No sería más fácil que, de tarde en tarde, se pasasen sus agentes “invisibles” por ahí y multasen o reprendiesen a los vehículos que estorban? Desde luego, la solución de los bolardos no es la mejor.

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