Que nuestra ciudad es preciosa es algo que nadie puede negarnos, pero es ahora, en otoño, cuando se cuelga sus mejores galas.
A la evidente riqueza visual del entorno se suma en esta época una explosión de cromatismo digna de contemplar.
En estas fechas aún cálidas, doradamente luminosas, antes de que la escarcha y la niebla nos envuelvan en su frío abrazo, el río, las alamedas, los jardines, nos sorprenden con sus colores y nos atrapan cada año porque, aunque siempre lo repiten, siempre sus matices son diferentes.
Del verde a los rojos, pasando por una gama infinita de ocres, marrones, dorados, naranjas y amarillos, tiñen la arboledas, los macizos y hasta las tapias de algunos edificios. Es en esta estación cuando Miróbriga luce con todo su esplendor, cuando nos invita a que la paseemos. Acompañándonos con suaves temperaturas nos incita a que la disfrutemos pausadamente, gozando de sus silencios y de la soledad de sus calles.
Y recorriéndola, nos llenamos de ese orgullo tan nuestro que nos lleva a pensar que vivimos en el mejor pueblo de España y a desear no tener que marcharnos nunca de aquí.
Permitidme hacer, con esta entrada, un inciso en mi habitual critica; y dejadme presumir de un lugar al que el otoño le ha sacado sus mejores colores.
A la evidente riqueza visual del entorno se suma en esta época una explosión de cromatismo digna de contemplar.
En estas fechas aún cálidas, doradamente luminosas, antes de que la escarcha y la niebla nos envuelvan en su frío abrazo, el río, las alamedas, los jardines, nos sorprenden con sus colores y nos atrapan cada año porque, aunque siempre lo repiten, siempre sus matices son diferentes.
Del verde a los rojos, pasando por una gama infinita de ocres, marrones, dorados, naranjas y amarillos, tiñen la arboledas, los macizos y hasta las tapias de algunos edificios. Es en esta estación cuando Miróbriga luce con todo su esplendor, cuando nos invita a que la paseemos. Acompañándonos con suaves temperaturas nos incita a que la disfrutemos pausadamente, gozando de sus silencios y de la soledad de sus calles.
Y recorriéndola, nos llenamos de ese orgullo tan nuestro que nos lleva a pensar que vivimos en el mejor pueblo de España y a desear no tener que marcharnos nunca de aquí.
Permitidme hacer, con esta entrada, un inciso en mi habitual critica; y dejadme presumir de un lugar al que el otoño le ha sacado sus mejores colores.
¡Qué maravilla!
ResponderEliminarMe han recomendado este blog y acabo de recorrerlo, me ha encantado la idea: un espacio en el que podemos compartir críticas tan necesarias, fotos estupendas de nuestro pueblo, actualidad que nos une...
¡Gracias, voz anónima por este espacio!!!