POR QUÉ ESTE BLOG


Este blog nace como consecuencia de la observación repetitiva de las deficiencias de nuestra bella ciudad.

Caminando diariamente por sus calles y sus espacios, se palpa una Miróbriga diferente a la ciudad que nos quieren vender: nos ofrecen historia, arte, belleza… y normalmente nos encontramos con una ciudad descuidada, una urbe a la que le fallan muchos de sus escaparates. Una villa que se hunde entre el abandono y la dejadez. Un pueblo que obliga a sus jóvenes a estudiar lejos de sus murallas, a emigrar porque aquí no encuentran una mínima posibilidad de supervivencia.

Sin embargo, y aunque pueda parecerlo, no es sólo crítica lo que pretendo.

Busco, como su nombre indica y aprovechando el Bicentenario, derribar ese muro que ante sus ojos tienen muchos vecinos y nuestros gobernantes.

A través de este espacio, pretendo abrir una brecha en este conservadurismo que nos gobierna, así como remover conciencias conformistas. Invito a todos aquellos con las mismas inquietudes que yo a que denuncien desde aquí aquello que les parezca injusto, indebido, antiestético, peligroso… Intentemos frenar el deterioro de la ciudad, especialmente cuando éste ese deba a la desidia de nuestros políticos. Espero que mi voz se deje oír y os pido que las vuestras me acompañen.



viernes, 23 de abril de 2010

OVEJAS EN LA BRECHA






Como supongo que ya sabréis todos, desde hace una semana un pacífico batallón de ovejas ha tomado fosos y glacis de nuestra ciudad, provocando que propios y extraños se acerquen para ver nuestras defensas llenas de estos animales. La estampa, sin duda, curiosa, está siendo comentada por todos y fotografiada por turistas.
Hace ya bastantes años esta imagen era habitual en la ciudad; incluso estaba oficializada, llegándose a subastar los pastos al mejor postor. Pero después, parece ser que tras el requerimiento de Patrimonio, esta costumbre desapareció.
Quise yo saber si en algún otro sitio del mundo se habían cambiado las segadoras actuales por ovejas. Por lo que he podido saber, esto lleva haciéndose ya varios años en algunas ciudades de Gran Bretaña, (en la costera Brighton and Hove), donde rebaños de ovejas, conducidos por pastores urbanos voluntarios, mantienen la hierba recortada en parques y espacios verdes y así evitan, como pretende nuestra ciudad, tener que recurrir a maquinaria moderna, más contaminante.
Al otro lado del charco, en la brasileña ciudad de Curitiba, desde hace algún tiempo usan estos rebaños para mantener los parques con la hierba bien cortada, al tiempo que los fertilizan.
Yo me he dado una vuelta para disfrutar de la bucólica imagen y, de paso, analizar los primeros resultados: no sé por qué (por haber empezado demasiado tarde o por alguna otra causa) parte de la vegetación no está siendo segada por estos rumiantes: buen número de cardos y otras hierbas asoman (como puede apreciarse en la foto) incluso después de que hayan abandonado la zona las ovejas. Quizás debería pasar algún operario para evitar estas irregularidades o tal vez, como dice mi tío, “hay que meter después los burros” (por eso de que a los asnos les pirran los cardos).
Por otro lado , debido a los excrementos depositados por las ovejas, se ha generado más suciedad. Pero no quiero ser tan dura… Habrá que esperar para ver resultados.
De momento os muestro la imagen curiosa de estos sumisos animales limpiando los ya demasiado poblados fosos y glacis de la ciudad.

2 comentarios:

  1. Se juega el tipo nuestra Lorenza Iglesias, virtual, asomándose a las cañoneras para mostrarnos el ganado lanar pastando en zona de bicentenarias guerras. Enhorabuena por su iniciativa, pues la verdad es una estampa de hacer cuarenta o cincuenta años vuelta a repetir.

    Lo más raro, todavía, es que siga existiendo la cabaña lanar para estos menesteres. Porque, efectivamente, podar hierba así, en los fosos, es la forma más natural y respetuosa con la moda actual del Medio Ambiente. Pero debería haber mano de obra, para ese cometido.

    Ya no hay tropa en Ciudad Rodrigo, no hay soldados ni cuarteles; estas tareas de mantenimiento, entre otros ejercicios de la ciudad abaluartada, eran labores propias del ejército para sus buenos menesteres logísticos; limpios los cañones, limpias las troneras, limpios los accesos, para avituallamiento y socorro ante cualquier contingencia enemiga.

    Ahora, que si las murallas y sus fosos son o ya no son del Ministerio de Defensa, o del Patrimonio, Diputación o Concejo local. No me extraña salgan cantares para un próximo Carnaval, pues a la vista está que la vieja ciudad mitrada queda a trasmano de todo; y la falta de fondos para una cuestión tan simple –podar hierba, pasto, forraje silvestre- hace que sea recurrente las ovejas para atajar tal descuido y abandono del más sencillo mantenimiento.

    Lo que se entiende, lo que se ve, es una desatención en estos detalles como para echarte a temblar. Dice nuestra cronista qué puede quedar después, cuando termine de pasar tan singular tropa; seguro se refiere al propio abono que el ganado lanar origina según produce cuando come, rumia o sestea. Verdaderamente el otoño e invierno pasados han sido lluviosos, y la naturaleza no para en sus ciclos cabales; la falta de mantenimiento es otra cosa.

    Se han reparado murallas y fosos, se están reparando bastantes monumentos, y Ciudad Rodrigo gana, aunque sea gota a gota. Contra esas mejoras, otros se esmeran en reventar focos, pintar sillares históricos, reventar papeleras, e imitar como papanatas a los grafiteros extranjerizantes. Por mucho que se cambien planes educacionales, gobiernos de centro, derecha o izquierdas, en urbanidad se adelanta bien poco. No tenemos comparación con ningún país europeo, somos únicos –nos dicen- tirando la basura al suelo, y soportando impuestos para luego pagar servicios barrenderos subcontratados por Ayuntamientos.

    Dichoso Medio Ambiente. Recuerdo cuando iba a la tienda de ultramarinos con la misma botella de aceite: -Dice mi madre, ponga usted medio litro y lo apunte a su cuenta. Eso sí que era recuperar envases –nada más había uno-. Igual se hacía con el vino, o con la cántara de leche. Ahora nos han impuesto alimentos etiquetados, en paquetes numerados por códigos de barras, el pan, los huevos… y así, servidor, carga con todos los costos. Aséptico sí, pero a mucho precio; de tal forma, tan rápido sucede todo, que la gripe A se nos venía encima sin parar y sin embargo la pararon los propios médicos, el propio personal facultativo, porque ellos mismos no querían someterse a ese camelo mundial.

    Pues bien. Aquí, mientras las ovejas aguanten –que ni tienen cartilla del paro, ni han de cotizar seguros sociales, ni cargas fiscales con la Agencia Tributaria- se podan los fosos a la antigua usanza. Eso no puede costar una yema y la mitad de otra; pero las listas de parados siguen creciendo por miles a diario.

    Jacinto.-

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  2. Esta entrada (como las demás) me ha servido para ponerme al día de los cotidianos sucesos que acontecen en mi ciudad; pues de los otros, de los supuestamente trascendentes (cuando los hay), ya doy buena cuenta en los diferentes medios de comunicación. Y son estas singulares y necesarias noticias las que me gusta conocer, que desde lejos no se entera una de la mitad de lo que ocurre en mi "pueblo". Así que, Temis, gracias por tu desinteresada tarea.

    También me plantea, ya metida en la noticia en sí misma, algún que otro interrogante: ¿qué pasa con las zonas a las que no puedan acceder las ovejas? ¿se necesitará personal extra para dejar estas zonas impecables? ¿o se decidirá, finalmente, cuando la hierba que quede se haya secado como consecuencia del implacable calor de los "junios", "julios" y "agostos", darle cerillazo (no sería la primera vez) y mostrarle a nuestros visitantes unos glacis completamente ennegrecidosdos y deplorables?

    Si para evitar eso, se ha de contar con ayuda extra de personal asalariado (que al menos no irá dejando, evidentemente, su propio abono) ¿no hubiera sido mejor que, en su debido momento, cuando cardos y malas hierbas aún no se hubieran fortalecido, una buena plantilla de trabajadores acometiese esa tarea?

    Segura estoy de que, tratándose de la conservación y mantenimiento de una de nuestras joyas, Patrimonio o el propio Consejo de Ministros (que con muy buen criterio se ha apresurado a socorrer a nuestro maltrecho alcázar) no negarían nunca una más que justificada subvención que permitiera mostrar constantemente a propios y foráneos la mejor apariencia de este tan importante sistema defensivo del que, así y todo, nos podemos sentir todos orgullosos. Y más ahora con motivo del Bicentenario...

    Un saludo a todas y a todos los farinatos.

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